Restaurantes en París

Uno de los mejores sommelier del mundo, Enrico Bernardo, ha creado un restaurante que solo ofrece la posibilidad de elegir el vino, la comida es una sorpresa y cortesía de la casa. A pesar de que el vino es la estrella del restaurante, la comida tiene la suficiente calidad como para merecer una estrella Michelín.

Uno de los chefs más infravalorados (quizá por su aversión al glamour), Alain Dutournier, pone en cima de la mesa el resultado de su pasión por la buena carne y los productos de temporada. Tiene varios menús de precio fijos o se puede elegir à la carte.

En 2001 el chef Alain Ducasse, con varias estrellas Michelín en su haber, abrió un restaurant en el icono parisino (y francés) por excelencia, La Torre Eiffel. A 125 metros de altura Pascal Feraud, bajo la supervisión de Ducasse, sirve soberbia y elegante comida francesa. Hay un menú para la hora de comer de €85, precio muy razonable si tenemos en cuenta las vistas y la la calidad de la comida.

Por si las dos estrellas Michelín no fuesen suficientes, cuando uno entra en el restuarante Taillevent ya sabe que va a tener una experiencia gastronómica única. Dentro, la decoración es sutil y elegante, con panelas de madera muy clara y bonitas piezas de arte moderno. Por tres generaciones la familia Vrinat se ha asegurado que sus clientes obtengan el mejor servicio, y la mejor calidad en los platos, esta vez gracias al excelente chef Alain Solivérès.

Esta elegante brasserie parisina ofrece patos tradicionales franceses como la sopa de cebolla con tostada crujiente de queso, o manos de cerdo a la brasa, todo regado con buen vino del propio viñedo de su propietario. La Coupole es famoso por la calidad de su marisco, sobre todo las ostras que son particularmente buenas. Además abre las 24 horas del día.

Buen restaurante a muy buen precio, sobre todo el set menú, teniendo en cuenta que está en el corazón de París. El menú puede incluir caracoles, pato asado y un buen filete de ternera. Sin florituras y con un servicio agradable y correcto, es la clase de restaurante que uno quiere tener en su barrio.

Emplazado en barrio de moda de Marais, con lo que reservar con antelación es imprescindible. El menú es my original, con muchos set y platos a la carta para escoger. Su entrante más famoso es la tartaleta de tomate. Deja espacio para el postre y para algo tan francés como la crème brûlée y tarte tatin, ambas en porciones más que generosas.

A pesar de que su servicio no derrocha simpatía, no te pierdas una comida en una de las brasseries más icónicas y animadas de París. El local favorito de intelectuales y famosos, Brasserie Lipp no ha cambiado mucho desde los felices años 20. No se puede reservar, así que lo normal es esperar unos 30 minutos como mínimo.

En el centro del París más turístico se asienta esta pequeña joya, y como tal, no es fácil conseguir una mesa pero la espera merece la pena. El set menú es muy decente, y aunque no conseguirá ninguna estrella Michelín, la comida sabe a plato casero y hay muy buen ambiente.Dirección: , 77 Rue Saint-Louis en l'Île, París, 75004
Tel: (01) 4329 7317

Después de explorar el Louvre, lo mejor es sentarse en este café vienés, no tanto para admirar su interior rococó, sino para probar su Chocolat LÁfrique, probablemente uno de los chocolates más espeso que habrás probado nunca. No olvides acompañarlo con alguno de sus riquísimos pastelitos. El decorado a la usanza te permitirá ser María Antonieta, al menos por una hora.

El famoso y sencillo filete con patatas fritas ha estado en decadencia en los últimos tiempos, para dejar paso a lo que se ha llamado una dieta más saludable. La Bourse ou la Vie permanece, sin embargo, fiel a su clientela carnívora a la que le gusta el buen comer sin florituras, como en el París de antaño. Las patatas fritas se fríen en grasa animal y la salsa de pimienta es realmente exquisita.