Restaurantes en Praga

Alcron es el mejor restaurante de marisco de Praga. Con forma de semicírculo y situado en el Hotel Radisson, el restaurante está decorado con un enorme mural Art Deco. En el menú de temporada se pueden encontrar platos como rodaballo, langosta con beurre noisette, o champiñones cordonetti con trufas negras y vieiras a la parrilla. Se recomienda reservar mesa con antelación.  No se sirven almuerzos y cierran los domingos.

El espacioso comedor de Allegro, el restaurant del hotel Four Seasons, es el único establecimiento de la ciudad que tiene una estrella Michelín, galardón que le fue concedido en 2007. A pesar del éxito, su chef, Andrea Accordi, está poco o nada interesado en convertirse en una celebridad. Más bien dedica todos sus esfuerzos en dirigir la cocina de uno de las mejores restaurantes italianos fuera de Italia, con platos elegantes de refinada simplicidad.

Sin duda alguna, un restaurante con vistas. Céleste ocupa el ático del famoso Dancing Building, uno de los edificios más fotografiado de Praga gracias a su impresionante arquitectura contemporánea. El restaurante sirve moderna cocina francesa, perfecta para este local de altura con maravillosas vistas al río Moldava y a la ciudad.

Propiedad de Budvar, una de las más importantes empresas cerveceras de la República Checa, Budvarka es una cervecería con categoría de restaurante. Así, aquí se puede degustar delicias locales como Halušky (una especie de bolas de patata) con carne ahumada y encurtidos o pata de jabalí asada, todo regado con las famosas cervezas checas, algunas de ellas realmente únicas.

Café Savoy es un perfecto ejemplo de relación calidad-precio: servicio perfecto, un precioso edificio restaurado y precios más que razonables. El café, famoso por sus postres y por tener su propia panadería, fue en su día uno de los lugares favoritas de la comunidad judía adinerada. Hoy, es uno de los preferidos para un buen desayuno.

Contar con un buen restaurant tailandés a precio razonable prueba como la ciudad ha mejorado la oferta de restaurantes, y también la calidad. Noi, situado en el barrio de Malá Strana, es el mejor ejemplo. El restaurante, muy popular en el barrio y con una decoración minimalista pero muy acogedora, sirve platos tradicionales cocinados a la perfeccion como el famoso Pad Thai.

Para aquellos que quieren rememorar los tiempos de escritores radicales y citas furtivas de disidentes durante la dictadura comunista, éste es el lugar ideal. Abierto desde 1881, el establecimiento art decó está plagado de referencias literarias. Franz Kafka era un asiduo, así como el presidente Havel durante sus años como disidente, mientras que para Milan Kundera Café Slavia sigue siendo uno de sus favoritos. La comida, aunque nada especial, es bastante decente.

Aunque este pequeño restaurante italiano está bastante escondido, siempre está lleno a rebosar. Tiene una carta con los platos más famosos de la cocina italiana, desde risotto hasta pastas y carnes en diferentes salsas. El vino es muy bueno y el ambiente es siempre muy acogedor. Perfecto para un comida sin rascar demasiado el bolsillo.

A pesar de pasar a ser una de las ciudades más visitadas todavía se puede comer barato en Praga, aunque no cerca de las zonas turísticas. Sin embargo, Klub Architektů es la excepción que confirma la regla. Está situado en el mismo corazón del casco antiguo, en los bajos de una librería de arquitectura, pero alejado del bullicio y las hordas de turistas. El personal es muy agradable, es barato, las porciones son enormes y el ambiente es de lo más acogedor gracias a sus auténticas paredes de piedra. Una joya.